La participación de mujeres crece en ciencia y se estanca en tecnología

Paula Coto, directora de Chicas en Tecnología

(TELAM) En 2022, las mujeres representaban el 54,3% de las personas que investigaban dentro del Conicet. Pero a medida que se avanza en la carrera científica, la participación femenina cae hasta llegar al 26% en la categoría de Investigador Superior. 

Es relevante repasar las cifras hoy 11 de febrero, declarado Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia por la Asamblea General de la ONU, con el fin de impulsar vocaciones tempranas y una mayor participación de mujeres y diversidades en áreas científicas y tecnológicas.

Si bien en Argentina más de la mitad de las personas que hacen ciencia son mujeres, el porcentaje decae a medida que se avanza en la carrera de investigación y en el caso de las áreas tecnológicas o STEM (Ciencias Exactas, Tecnología, Ingenierías y Matemática), son menos del 30%, demostrando un estancamiento en los últimos años según reveló una reciente investigación de Chicas en Tecnología (CET). 

«Las mujeres estamos más presentes en las Ciencias Sociales, Humanidades, y Ciencias Médicas, que implican actividades de cuidado asociadas al género; y sub representadas en Ingenierías, Matemática, Física e Informática», explicó la química e investigadora Valeria Edelsztein, cofundadora del proyecto de divulgación Científicas de Acá. 

El trabajo, titulado «Una carrera desigual: la brecha de género en el sistema universitario argentino», relevó más de 7.000 títulos de grado en universidades públicas y privadas de todo el país entre 2011 y 2019, y concluyó que si bien la matrícula universitaria creció un 20% en ese período, en las disciplinas STEM lo hizo a un ritmo menor. 

«Las mujeres tuvieron más participación en el crecimiento de la matrícula universitaria total (23%, y los varones 16%), pero en el caso de las carreras STEM su participación se estancó», destacó Paula Coto, directora ejecutiva de CET. En las carreras ligadas a la programación, sólo hay un 12% de estudiantes mujeres, lo que hace prever que la participación femenina en estas áreas de alta demanda laboral y buena remuneración, no repuntará en un futuro próximo. Coto expresó que «es importante que haya mujeres porque aportan otra mirada. Sin equidad de género, no solo hay escasez de talento sino que hacemos ciencia sesgada, y los productos y servicios que se obtienen no son de calidad». 

El 80% de los medicamentos retirados del mercado estadounidense entre 1997 y 2000 fueron prohibidos por efectos secundarios producidos en mujeres, e investigaciones posteriores mostraron que en la mayoría de los ensayos clínicos de seguridad y eficacia no se las había incluido, escribió Agostina Mileo (conocida en las redes como La Barbie Científica) en su libro «Que la Ciencia te Acompañe». En 2018 Amazon tuvo que desechar un algoritmo de Inteligencia Artificial para selección de personal, porque excluía automáticamente a las mujeres. En el proyecto habían trabajado durante ocho años un equipo de varones. 

La falta de mujeres profesionales en Ingeniería, Ciencia de Datos, Programación, Física o Matemática no arranca en la Universidad sino mucho antes. Según una encuesta del Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), el 89% de las chicas de 10 años que participaron de las pruebas educativas PISA dicen que «las matemáticas no son para ellas». Y a los 15 años, sólo el 0,5% de las adolescentes afirma que va a estudiar alguna carrera relacionada con las matemáticas (entre los varones, la proporción es del 15%). 

«Los estereotipos de género están presentes desde la infancia y juegan un importante papel. También hay falta de información sobre cuáles son las tareas y empleos de quienes se dedican a las tecnologías y la programación, y faltan referentes femeninas en estas disciplinas», comentó Coto. Las brechas de género en Ciencia -al igual que en otras actividades- esconden otras brechas como la económica, de oportunidades educativas, de acceso a tecnologías y servicios. 

En el sector tecnológico las programadoras reciben hasta un 30% menos de ingresos y recursos que sus colegas masculinos, y ocupan sólo el 20% de las posiciones de liderazgo, según Chicas en Tecnología.  Un reciente informe de Cepal, señaló que 4 de cada 10 mujeres en América Latina y el Caribe no pueden costear una conectividad efectiva (acceso a Internet, disponibilidad de dispositivos y habilidades básicas para su utilización). 

Pero una vez en el mercado laboral, la permanencia y progreso de las mujeres en sus carreras se dificulta. «Muchas mujeres se caen del sistema con la maternidad y luego no pueden reinsertarse. No hay una equidad en las tareas de cuidado de hijos y adultos mayores y esto hace que para las mujeres sea más difícil desarrollarse profesionalmente», dijo Edelsztein y agregó que «la respuesta a esto no es individual, sino colectiva». 

El Conicet, bajo la actual presidencia de la química e investigadora Ana Franchi, lanzó en 2022 un subsidio por tareas de cuidado destinado a solventar los gastos que tienen las participantes de reuniones científicas, además de extender las licencias por paternidad y maternidad. 

Muchas de las mujeres que hoy lideran el desarrollo científico tecnológico en Argentina debieron sortear múltiples obstáculos y sostienen que el armado de redes de apoyo entre pares fue clave para crecer en sus carreras.  Por lo que no es casual que sea una mujer, la viróloga Andrea Gamarnik, quien haya liderado el equipo que diseñó el primer test serológico para coronavirus, apenas 45 días después de declarada la pandemia; y que otra mujer, la bióloga Juliana Cassataro, dirija el equipo desarrollador de la Arvac Cecilia Grierson, la primera vacuna argentina contra la Covid-19.